Te descubro oscuro,
y, sin luz que me ciegue,
veo por fin la verdadera forma de tu rostro.
Te descubro libre,
y , sin cuerdas que me aten,
me condeno a tu presencia y tu sonrisa.
Te descubro vivo,
y, con la muerte tras los ojos,
me entrego a la risa y la locura.
Brillo, corro y bailo... río, amo y lloro...
Descubro la verdad de las cosas y me cuento un cuento para dormir.
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