Te encontré apenas unos años más viejo.
Yo, como desde entonces, sólo tenía cinco o seis menos.
Así que parecíamos, como siempre, más o menos de la misma edad.
Tus ojos eran más duros, pero tus manos más dulces, y yo, como de costumbre, encontré tus ojos blandos y tus manos amargas; pero era sólo cuestión de perspectiva, de la que yo siempre carezco.
Así que te acercaste y yo me alejé, pero lo que querías era que yo desapareciera porque yo en realidad quería tocarte.
Así que al final nos esquivamos dignamente y apenas… apenas nos dedicamos una mirada de mutuo desconocimiento.
En realidad, no se puede bajar una escalera de caracol en línea recta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario